Por: Concieo A.C.
La depresión es un trastorno mental que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS). En niños, aproximadamente 2 de cada 100 menores de 12 años sufren depresión y, entre los adolescentes, esta cifra aumenta a 5 de cada 100, según datos de Sanitas. No hay causas exactas que lo provocan, pero pueden intervenir diversos factores sociales, psicológicos y biológicos.
Investigaciones muestran que los niños y adolescentes pueden presentar síntomas parecidos a los adultos, sin embargo, aquí te compartimos algunas señales específicas según la edad:
Preescolar (De 3 a 6 años)
El síntoma más frecuente es la ansiedad. La actitud del menor puede ser triste, indiferente o inexpresiva. Presenta irritabilidad, rabietas frecuentes, falta de socialización y relación con otros, habla poco, hay disminución del hambre sin causa aparente y somatizaciones (entre las más frecuentes cefaleas y dolores abdominales). También puede haber un retraso en el peso para su edad cronológica, retraso psicomotor y dificultad en el desarrollo emocional.
Escolares (De 7 años a pubertad)
La actitud del menor es triste, apática, irritable o agresiva. Puede presentar letargo o hiperactividad, sensación frecuente de aburrimiento, culpabilidad, y en ocasiones, ideas recurrentes de muerte. Falta de concentración, disminución del rendimiento escolar, fobia escolar, problemas de conducta en la escuela y problemas de sueño, como de apetito (ya sea aumento o disminución).
Adolescencia
En esta etapa llena de cambios físicos, emocionales y mentales, pueden adquirir ciertos comportamientos o actitudes que pueden confundirse con síntomas de la depresión. Es importante aprender a distinguir qué es lo esperado de esta etapa y qué podría ser un foco rojo.
Por ejemplo, es normal que en esta etapa quieran pasar más tiempo con los amigos y menos con la familia, estar más tiempo solos en su habitación, probar diferentes estilos de ropa, peinado y maquillaje, romper reglas, no querer recibir ayuda de los padres, desinterés por cosas que le importaban en la infancia, tener cambios de humor, discutir mucho, aumentar el interés amoroso, tener más curiosidad por el sexo e intimidad, actuar con timidez o de forma cohibida, sentir inseguridad por los cambios físicos, entre otras.
En cambio, pueden ser foco rojo comportamientos como arrebatos violentos y agresivos, estar malhumorado todo el tiempo, ansioso o retraído sin motivo alguno, irritabilidad, independencia total, negarse a ir o faltar a la escuela de manera frecuente, distanciamiento total de los padres y familia, conversaciones sobre escaparse de casa o llevarlo a cabo, desinterés por el aseo personal, pérdida de la satisfacción en actividades que antes le gustaban, hablar de suicidio, cambio repentino del grupo de amigos especialmente si parecen ser una influencia negativa, hipersensibilidad al rechazo social, ser muy críticos con su cuerpo o apariencia, disminución marcada de la autoestima, sentimiento de inferioridad, comer en exceso o limitar la comida, entre otras.
Como antes lo mencionamos, las causas y síntomas pueden ser diferentes en cada persona, lo importante es detectar focos rojos y acudir con un especialista. Como en cualquier enfermedad, poner atención a signos tempranos nos ayuda a prevenir. Si necesitas información puedes ponerte en contacto con nosotros a través del formulario en este enlace: https://www.concieo.org/preguntas-frecuentes